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España podría quedarse fuera del E-ELT

El espíritu de este sitio web es universal, así que pocas veces se hace referencia a España o a la ciencia española en general. Por tanto, cuesta ponerse manos a la obra cuando algo particular atañe a la ciencia de este país. Muchas veces no merece la pena, suele ser mejor emplear ese tiempo en difundir alguna noticia de ciencia, proceda esta de donde proceda. En todo hay excepciones y esta es una de ellas.
Una vez decidido realizar el acto de alzar la voz, las ideas se agolpan en la cabeza. ¿Apelo a la razón o al corazón? ¿Qué es más efectivo? ¿Ataco a la clase política porque es lo que me pide el cuerpo o somos un poco moderados, o hipócritas según se mire, para así ser más efectivos?
Empecemos por el motivo de este artículo. España está a punto de quedarse fuera del proyecto del mayor telescopio astronómico que va a construir ESO de aquí a diez años. Se trata del Telescopio Europeo Extragrande, o E-ELT. La razón para este despropósito parece ser económica. El gobierno español no parece dispuesto a soltar los 40 millones de euros en 10 años que le correspondería.
Es verdad que pasamos por momentos difíciles. A un parado no le parecerá bien que se gaste ese dinero en algo que parece tan superfluo. Quizás sea mejor gastarlo en ayudas a los más necesitados, en inversiones para generar empleo, en fármacos para los enfermos que ahora se tienen que pagar las medicinas, etc.
Pero recordemos el origen de la crisis económica que aqueja a este país. Las razones son puramente locales, no internacionales. Durante 15 años se alimentó una burbuja inmobiliaria que explotó hace poco y esto se ha llevado la economía española por delante. Durante todo ese tiempo no se decidió invertir en ciencia, en tecnología, en industria, en educación (no confundir con adoctrinamiento), en conocimiento… Debido a esa inacción ahora estamos como estamos. Se decidió, en su lugar, realizar una gran especulación inmobiliaria, acción lubricada con altas dosis de corrupción social, institucional y política. Mucha gente miró para otro lado durante mucho tiempo y muchos querían invertir (engañar al compatriota) en el ladrillo.
Es difícil imaginar mayor grado de masoquismo social que el protagonizado por un país que en su conjunto decide especular con un bien tan básico como la vivienda. Pero, dejando de lado este aspecto, si además se hubiera invertido el capital obtenido de otro modo, ahora no tendríamos esta crisis. Ya es demasiado tarde, no podemos volver hacia atrás en el tiempo y no se puede cambiar la Historia. Ahora toca, si se puede, salvar los trastos.
El gasto de 40 millones de euros es una minucia comparado con las ayudas a la banca que se han concedido, instituciones estas creadoras en gran medida del problema económico que ahora padecemos y de una discutible moralidad. Para un estado como el español 4 millones de euros anuales no es mucho dinero, se puede ahorrar de muchas otras cosas. ¿Qué asesoran los alrededor de 700 asesores presidenciales de este o precedentes gobiernos? ¿Asesoran, por ejemplo, perpetrar esta decisión de no participar en le E-ELT o sólo cobran por no hacer realmente nada?
Pero además no es dinero perdido. En España hay experiencia en la construcción de telescopios, de hecho, poseemos el que ahora es el mayor del mundo. Varias empresas podrían verse favorecidas casi con toda seguridad de los contratos de construcción, sobre todo con la obra civil. Puede que incluso recibieran más dinero que el desembolsado por el gobierno. Eso significa puestos de trabajo y, sobre todo, desarrollo tecnológico y retorno industrial. Unas empresas que sean capaces de construir una cúpula de más de cuarenta metros pueden construir otras muchas cosas, instalaciones para las que muy pocos otros podrán concursar por incapacidad técnica.
Si España no participa en la construcción del E-ELT los investigadores y empresas españolas no podrán participar en las actividades del proyecto ni optar a los contratos de construcción respectivamente. La ciencia la harán otros y el retorno industrial lo tendrán otros.
Así que, si pensamos con la cabeza, no hay dinero mejor invertido que esos 4 millones de euros anuales. ¿Qué se les pasa a los políticos por la cabeza a la hora de echarse atrás en un proyecto así? ¿Es una jugada estratégica?, ¿quieren hacerse de rogar?, ¿es ignorancia?, ¿incompetencia?
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Mi opinión es que esto es un síntoma más de algo que carcome al político español: siente un profundo desprecio por el conocimiento. En la anterior legislatura (desconozco esta) más de la mitad de los diputados no tenían título universitario alguno. Muchos de ellos no tienen oficio conocido, excepto el de ser políticos de por vida a costa de lo que sea y, como máximo, dejarse sobornar al final con un puesto en el consejo de administración de alguna empresa energética. Es difícil encontrar algo así en las democracias avanzadas de nuestro entorno. Quizás este desprecio por el conocimiento y por los que lo poseen explique que, legislatura tras legislatura, los sistemas educativos van de mal en peor, que las tasas universitarias sean cada vez más caras y que se decida no participar en el proyecto astronómico más fabuloso de las últimas y venideras décadas. Habrá que proporcionar a esos usurpadores de la democracia, que dicen representarnos, algunos argumentos más a favor de este proyecto.

Foto

El E-ELT será una máquina magnífica, muy digna de los astrofísicos españoles que ya han puesto la Astronomía de este país en el octavo puesto mundial. Su espejo principal medirá 39 metros de diámetro y con él se lograrán ver planetas en otros sistemas solares, visualizar las galaxias como nunca antes las hemos visto, detectar la luz que produjeron las primeras estrellas o ver el Universo a una profundidad cosmológica, en el espacio y en el tiempo, como nunca antes fue posible.
El ser humano es una criatura con una curiosidad casi infinita, queremos saber de dónde venimos, adónde vamos y qué somos. Nuestra habilidad para elaborar preguntas es muy superior a nuestra capacidad para responderlas, pero no desistimos. Por esta razón construimos kilométricos aceleradores de partículas o telescopios gigantes. Porque podemos, porque así dignificamos esas cenizas de las que estamos hechos y que una vez surgieron en el horno termonuclear de una vieja estrella ya extinta. Porque no nos basta con comer todos los días y vegetar vidas aburridas e insípidas. Porque necesitamos ser mejores, superarnos, conocer más, elevar el espíritu humano y pasar el testigo a la siguiente generación al igual que las anteriores nos lo pasaron a nosotros; para poder ver más allá, sobre los hombros, no de gigantes, sino de todos los seres humanos que nos precedieron y que nos permitieron estar donde estamos ahora: desafiando a los dioses y a la ignorancia una vez más. Porque la ciencia es la mejor catedral que hemos podido ir construyendo en los últimos cuatro siglos, edificio intelectual que ninguno de nosotros verá terminado, pero que trasciende individuos, instituciones, países, nacionalismos y mezquindades.
Porque soñamos con que un día nos levantaremos y con la punta de los dedos podremos tocar las estrellas.

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