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El dilema del científico y el deportista

Vamos a jugar al juego de la provocación y plantear una situación irreal, pero que nos permita meditar sobre la naturaleza de nuestra sociedad y de la ciencia.
Suponga que en un avión viajan, además de gente normal, dos celebridades. Pongamos como ejemplo que estas dos celebridades son dos españoles: Mariano Barbacid y a Fernando Alonso. Mariano Barbacid es famoso por sus investigaciones pioneras sobre el cáncer y tiene un reconocimiento internacional indiscutible. Alonso es famoso por ganar en la Fórmula Uno. Tenemos pues a un hombre de ciencia y a un hombre del mundo del deporte. De hecho ha sido necesario explicar por qué Barbacid es una figura relevante y no tanto por qué Alonso es famoso.
En la situación que planteamos el avión se estrella y hay muchos muertos y heridos. Nuestros dos personajes están entre los segundos y en situación crítica. El dilema que se plantea es que se dan unas circunstancias tales que para salvar a uno de ellos el otro tiene que morir y no hay alternativa posible. ¿A quién salvaría usted? ¿A quién cree usted que salvarían los demás?
El primer escollo con el que se encontraría el futuro de Barbacid sería que quizás no le reconocieran y se pusieran a salvar a Alonso. Esto ya nos dice algo de la sociedad en la que vivimos y a qué se le da importancia en los medios de comunicación. Pero supongamos que sí le reconocen, ¿qué pesaría más, las vidas salvadas de las garras del cáncer o la diversión de las carreras de Fórmula Uno? No hace falta que sea Alonso, se puede pensar en algún jugador de fútbol famoso (¿Raúl?) o en algún actor, por ejemplo Javier Badén.
También puede ser a nivel internacional y decidir entre Stephen Hawking y Lady Di (ya sé que está muerta, pero como sigue dando guerra nos podemos permitir la licencia de incluirla). En este caso ya no hay gente salvada de una grave enfermedad, sólo un mejor entendimiento del Universo donde vivimos frente a no se sabe muy bien qué. O podríamos elegir salvar a cualquier científico importante o a Brad Pitt (no ponemos a Angelina Joli porque en este caso entrarían en juego otros factores más instintivos).
Siendo optimistas si tenemos que sopesar entre las vidas salvadas de enfermedades horribles y el espectáculo quizás elegiríamos salvar al hombre de ciencia. Al fin y al cabo quizás nos tocase estar enfermos en un futuro.
Lo que ya no nos parecería tan importante sería la ciencia básica frente al espectáculo o las artes. Si desaparece un hombre de ciencia, su pérdida no nos parece tan importante porque sus descubrimientos nos pillan muy lejanos. O eso creemos, sin ciencia no habría electricidad, ni telecomunicaciones, ni Internet, ni ordenadores, ni televisión, etc. Es decir no habría manera de hacer llegar al público el espectáculo de la manera habitual. Esto también nos dice cómo la sociedad ignora el origen de las bases tecnológicas y científicas sobre las que reposa.
Pero también creemos que el hombre de ciencia descubre las cosas que ya están ahí, mientras que el artista crea. De este modo si muere un científico famoso no nos importará tanto lo que pudiese descubrir porque creemos que ya lo hará otro, mientras que si muere un artista nunca jamás volveremos a disfrutar de su arte. Las canciones que John Lennon no tuvo la oportunidad de componer son irrecuperables y los teoremas que Galois no pudo descubrir ya los habrá descubierto otro matemático. Lo mismo se podría decir de las novelas que Hemingway no escribió por culpa de su suicidio y de los resultados que Ramanujan no tuvo ni la oportunidad de intentar descubrir.
Pero esto último no es del todo cierto, y la cuestión es un poco más sutil. Las canciones pop se parecen unas a otras y aunque ya no tengamos más canciones de Lennon hay otras parecidas creadas por otros. Y las obras literarias, pese a tener estilos distintos, al final versan sobre las mismas historias básicas. Además, la supresión de un artista puede dar la oportunidad a otro porque el “ecosistema de las artes” es limitado en cuanto a número de individuos que admite.
Sin embargo, los descubrimientos científicos son a veces fruto del trabajo y creatividad de un genio científico. La Relatividad Especial fue un producto del momento científico, estaba “flotando en el ambiente” y Einstein la atrapó, quizás lo pudo hace cualquiera de su tiempo. Sin embargo la Relatividad General fue fruto de su genio irrepetible y podrían haber pasado siglos sin ser descubierta o no haber sido descubierta en absoluto.
Sin Maxwell (es sintomático que no haya una entrada en español sobre este científico en Wikipedia) o sin Faraday nuestro mundo seguro que estaría mucho más atrasado tecnológicamente de lo que es ahora. Da vértigo pesar cómo sería nuestro mundo ahora si hubiese habido más científicos como ellos.
Una sociedad racional que sabe lo que es importante elegiría salvar la vida del hombre de ciencia antes que la vida de un deportista o actor famoso. ¿Es ésta nuestra sociedad?
Gracias a Dios, en el mundo real, y en ese tipo de situaciones médicas, se tienen en cuenta otros factores; y los gobiernos no tienen por qué seguir los dictámenes irracionales de la población a la hora de financiar proyectos. Pero sigamos con la provocación. El hecho de escribir estas líneas en este medio en concreto limita por sesgado cualquier sondeo realizado sobre este tema, no obstante abrimos una encuesta para que conteste sinceramente: ¿A quién elegiría salvar la vida, a un científico de prestigio o a su actor o deportista favorito? Piense que és anónimo y sólo un juego.

Ir a la encuesta. [1]

Referencias en Wikipedia:
Ramanujan. [2]
Galois. [3]
Maxwell (en inglés). [4]
Faraday. [5]