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Ciencia en España

Es de suponer que toda sociedad tiene sus contradicciones. La española no lo es menos. Nos quejamos de estar a la cola de la Europa Occidental pero no se invierte dinero en I+D. Es mucho suponer que basándose en el negocio de la construcción y del turismo este país vaya a despegar económicamente. Ahora que la agricultura barata la hacen otros, sólo nos queda la opción de desarrollar una industria puntera tecnológicamente.
Industrias, que en otro tiempo fueron rentables, como la naval o los altos hornos ya no lo son debido a la mano de obra barata que trabaja en Asia en los tiempos actuales. No es de esperar que la ultimísima reconversión salve, por ejemplo, a las navieras. Se perdió un tiempo precioso en el pasado y de esos polvos son ahora estos lodos. Hay que crear una nueva infraestructura industrial y esto no se hace de la noche a la mañana.
Hemos dejado pasar demasiados trenes y ahora puede que sea demasiado tarde. Pasó el tren de la microelectrónica, y mientras si pensábamos tomarlo o no, lo perdimos. Pasó el tren de la biotecnología y ocurrió lo mismo. Tal vez, y con muchísimo esfuerzo consigamos tomarlos en la próxima estación, pero hay que trabajar ya.
La clase política, acuciada por la presión ejercida por el ciudadano para que los presupuestos cubran los gastos sociales y en infraestructuras, ha sacrificado la ciencia por pura ignorancia. Se han perdido los últimos 20 años. También se ha dilapidado un increíble capital humano, muy bien formado en ciencias, recolocado (con suerte) en campos diferentes al de la investigación.
Tal vez algún día lleguemos a tener una cama de hospital por cada dos habitantes, pero si nadie ha investigado sobre como curar el cáncer los pacientes seguirán muriendo. La política del pan para hoy y hambre para mañana no funciona, y sólo la practican los ignorantes. Inventarse nuevos palabros como “innovación” no arregla nada si detrás no hay una voluntad seria.
En el fondo es un problema cultural. Los que hemos vivido en los EEUU podemos ver las diferencias culturales que separan a los dos países en este campo. Mientras que aquí decimos eso de “que inventen ellos” y nos rasgamos las vestiduras por la disminución del peso de ciertas asignaturas humanistas en la enseñanza obligatoria (algunas muy interesantes cómo puedan ser la Filosofía, pero otras como el Latín o Religión no tanto), allí todo el mundo conoce quién fue Edison y por qué fue importante. En las librerías hay secciones fijas de “proyecto de ciencias del colegio”. Allí pude ver cómo la niña de seis años de la familia con la que convivía hacía uno basado en construir un simulador de terremotos con un despertador mecánico de campana. Si EEUU es potencia mundial no es por casualidad.
No es de esperar un apoyo político importante a la investigación si la sociedad de la que partimos no ha sido instruida en ese sentido. Recordemos que los políticos sirven a la sociedad y provienen de ella, al igual que los empresarios que no invierten en I+D.
El embrutecimiento actual a través de la televisión tampoco ayudará mucho en el futuro. Sólo un esfuerzo educativo y divulgativo a favor de la ciencia podrá solucionar nuestro problema a largo plazo. También, las redacciones de los periódicos y medios de comunicación deberían dejar de ser tan corporativistas y dejar entrar a los profesionales de la ciencia para intrudcir una divulgación correcta de la investigación en sus medios, o de otro modo tendremos que buscar alternativas.
Todo lo que nos rodea en el mundo moderno y que nos hacen la vida más cómoda proviene, en última instancia, de la ciencia. Hacer ver esto a la sociedad debe de ser un objetivo prioritario.