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¿Por qué la gente cree en agentes invisibles que controlan el Mundo?

Por Michael Shermer

Se cree que almas, espíritus, fantasmas, dioses, demonios, ángeles, alienígenas, diseñadores inteligentes, conspiradores gubernamentales y otras formas de agentes invisibles con poder e intenciones rondan nuestro mundo y controlan nuestras vidas. ¿Por qué?

La respuesta tiene dos partes, empezando por el concepto de búsqueda de patrones o “patroniedad”, que ya definí en mi columna de diciembre de 2008*, como la tendencia humana a encontrar patrones con significado a ruido sin sentido. Considere la cara en Marte, la Virgen María sobre un sandwich tostado o mensajes satánicos en la música rock.
Desde luego, algunos patrones son reales. Encontrar patrones predecibles en el cambio del tiempo, en árboles frutales, en animales migratorios a los que predar o hambrientos depredadores a los que evitar fue importantísimo para la supervivencia de los homínidos del Paleolítico.

El problema es que no evolucionamos para tener un dispositivo detector de paparruchas en nuestros cerebros que discriminase entre patrones falsos y verdaderos. Por lo tanto, cometemos dos tipos de errores: el error de tipo I, o falso positivo, es creer que un patrón es real cuando en realidad no lo es; el error de tipo II, o falso negativo, es no creer en un patrón cuando éste es real. Si usted cree que ese susurro en la hierba es un peligroso depredador cuando en realidad es el viento (un error de tipo I), usted será más propenso a sobrevivir que si usted cree que el susurro en la hierba es sólo el viento cuando en realidad es un peligroso depredador (un error de tipo II). Como el coste de cometer un error de tipo I es menor que el coste de cometer un error de tipo II, y como no hay tiempo suficiente para una deliberación cuidadosa entre “patroniedades”, en el mundo de toma de decisiones al segundo de la interacción depredador-presa la selección natural debe de haber favorecido aquellos animales más propensos a asumir que todos los patrones que ven son reales.

Pero nosotros hacemos algo que otros animales no hacen. Como homínidos de grandes cerebros con un córtex desarrollado y una teoría de la mente (la capacidad de ser consciente de la existencia de estados mentales con deseos e intenciones tanto en nosotros como en los demás) inferimos la existencia de agentes detrás de los patrones que observamos en una práctica que denomino “agenticiedad”: la tendencia a creer que el mudo está controlado por agentes invisibles intencionados. Creemos que que estos agentes intencionados controlan el mundo, algunas veces de manera oculta de arriba a bajo (en oposición a la aleatoriedad causal que va de abajo a arriba). Juntas, “patroniedad” y “agenticiedad”, forman las bases del chamanismo, paganismo, animismo, politeísmo, monoteísmo y todos los casos de espiritualismos antiguos y de Nueva Era.

La «agenticiedad» nos lleva más allá del mundo espiritual. Se dice que el diseñador inteligente es un agente invisible que creó la vida de arriba a abajo. Los alienígenas son representados frecuentemente como seres poderosos que vienen desde las alturas a advertirnos de nuestra inminente autodestrucción
Las teorías conspirativas incluyen de manera predecible agente ocultos que trabajan detrás del escenario, maestros titiriteros que mueven las cuerdas de la economía y la política según danzamos al son de bilderbergers, rothschilds, rockefellers o de los illuminati. Incluso creemos que el gobierno puede imponer medidas de arriba a abajo para rescatar la economía como una forma de «agenticiedad», con el presidente Barack Obama siendo vendido como «the one«, con poderes casi mesiánicos, que nos salvará.

Hay ahora pruebas substanciales bien documentadas procedentes neurociencias cognitivas que nos dicen que los humanos encontramos patrones y les asignamos agentes. Se pueden leer en el libro SuperSense (HarperOne, 2009) de Bruce Hood, psicólogo en la Universidad de Bristol. Ejemplos: niños que creen que el Sol puede pensar y seguirlos y que por esa razón frecuentemente añaden caras sonrientes a sus dibujos del Sol. Los adultos típicamente renuncian a vestir el mismo jersey que un asesino, creyendo que «el mal» es una fuerza sobrenatural que transmite su esencia negativa al jersey (y, alternativamente, que la chatea de punto de Mr. Rogers te hará una buena persona). Un tercio de los trasplantados creen que la personalidad del donante es trasplantada junto con el órgano. Se cree frecuentemente que los alimentos con forma de genitales (plátanos, ostras) aumentan la potencia sexual. O sujetos que llegan a la conclusión de que las formas geométricas con ojos que interaccionan en la pantalla de un ordenador representan agentes con intenciones morales.

“Muchos individuos formados e inteligentes experimentan una poderosa sensación de que hay patrones, fuerzas, energías y entidades operando en el mundo,” explica Hood. “Y lo que es más importante es que tales experiencias no están respaldadas por un cuerpo de pruebas fidedignas, y por eso son sobrenaturales y acientíficas. La inclinación o sensación de que deben de ser reales es nuestro sexto sentido.”

Nacemos con creencias sobrenaturales de manera natural.

Nota: esta entrada es una traducción literal de un artículo aparecido en Scientific American. [1]

* El autor se refiere a un artículo suyo anterior [2] también aparecido en Scientific American.