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Vergüenza homeopática

Nos invade el reino de la ignorancia, de la indigencia intelectual, de la miseria moral. Estamos contemplando el principio del fin de la civilización Occidental, que se revuelca en su propia autocomplacencia, sumida en una decadencia similar a la de los últimos tiempos del Imperio Romano.
El último ejemplo lo tenemos en España. Mientras el gobierno somete al sistema científico español a fuertes recortes presupuestarios, el Congreso de los Diputados del Estado Español ha regulado la práctica de la homeopatía por parte de los médicos españoles. A partir de ahora sólo los médicos titulados podrán prescribir medicamentos homeopáticos. Si la noticia fuera en diciembre o abril se podría pensar que es una inocentada, pero no, no lo es. Sólo los médicos podrán tomar el pelo al personal, homeopáticamente hablando se entiende.
Recordemos que la homeopatía es una pseudociencia caracterizada por el uso de remedios carentes de ingredientes químicamente activos, ya que se basa en la disolución indefinida de sustancias varias hasta la eliminación de toda traza de las mismas. Es decir, es sólo agua. La homeopatía carece de pruebas empíricas sólidas sobre su efectividad, y sus fundamentos teóricos son contrarios a la ciencia moderna. Ninguna organización científica de prestigio le presta credibilidad alguna. Las pruebas a doble ciego dan como resultado lo que era de esperar: es sólo efecto placebo.
Por tanto, el tratamiento con este tipo de “técnicas” es simple y llanamente un fraude para ganar dinero, que en algunos casos puede poner incluso en riesgo la vida del paciente. Recientemente un tribunal norteamericano ha condenado a Thomas Sam y a su esposa Manju a 10 y 4 años de prisión respectivamente por negligencia criminal en la muerte de su hija, a la que se empeñaron en tratar solamente con homeopatía en contra de la opinión de los médicos.
Lo lógico sería prohibir la homeopatía, y si no nos gusta la palabra ilegalización, gravarla con tantos impuestos que no sea rentable su práctica, o para que sea tan cara que sólo se sometan a ella ricos ignorantes (hay bastantes nuevos ricos de esta clase por España últimamente venidos a menos). Pero aquí no, aquí se regula y legaliza este timo (llamémoslo por su nombre) y encima se da la potestad a los médicos de aplicarla, que son los que se supone que nos deben de curar y no engañar.
Otorgándoles, muy generosamente, el beneficio de la duda podemos especular con que quizás los políticos saben todo esto, y que esta ley sea una estrategia para quitar de la circulación a los muchos charlatanes que hay en ese campo, pero más le valdría al gobierno mejorar la educación de los ciudadanos para que no caigan en este tipo de trampas, que alimentar una mentira tan colosal.
Es como si sólo se permitiera a los astrofísicos la confección de horóscopos. Quizás así los astrofísicos tendrían por fin un sueldo digno en este país, pero sería a costa de mentir y denigrar a tan nobles científicos.
La idea proviene del grupo socialista en el Congreso. Según el diario El País, la diputada socialista Mercedes Coello, firmante (¿perpetradora?) de la iniciativa, dice que «no cabe la menor duda de que la cada vez mayor demanda social de dichos profesionales justifica su regulación, con el efecto de evitar el intrusismo que tanto mal hace a nuestro sistema sanitario». ¿Intrusismo? Un homeópata no practica la medicina, así que no hay intrusismo que valga. ¿Mayor demanda? ¿Acaso legalizaríamos la venta de heroína porque hay mayor demanda?
Lo alucinante es que ya hay “médicos” titulados en este país que recetan este tipo de “medicamentos”, concretamente 3.000 médicos de Atención Primaria, 2.000 pediatras y 4.600 facultativos de otras especialidades. Simplemente es increíble, de escándalo, tal y como está la seguridad social y la medicina pública en «Hispanistán».
Alejandro Ramírez, del Partido Popular, riza el rizo en una declaración que recoge El País cuando dice que este tipo de terapia se utiliza «no sólo para tratar a enfermos leves, sino patologías muy graves». Vale que te traten de una enfermedad imaginaria con medicamentos imaginarios, pero tratar enfermedades graves con remedios homeopáticos es siniestro. No doy crédito a lo que he leído. Y encima la noticia ha pasado desapercibida.
Queriéndolo o sin quererlo esta clase política de pacotilla avala una pseudociencia que está a la misma altura que las astrología, la ufología, el tarot o la lectura de las líneas de la mano. El negocio es obviamente redondo, no sólo para los “profesionales” de la salud que se autodenominen “médicos”, también para las empresas que venden dentro de un envoltorio más o menos sofisticado lo que es simple y llanamente agua. Los placebos son normalmente más baratos y funcionan muy bien en algunos casos.
Pero no nos preocupemos mucho por esta debacle intelectual, en otros países europeos, se nos dice, también se ha hecho lo mismo y la homeopatía está contemplada dentro del sistema público de salud.
Si, como ya he mencionado, nuestros políticos son plenamente conscientes de este fraude y solamente intentan protegernos de los charlatanes a base de darnos placebos, entonces la cosa es más grave, pues nos tratarían como a débiles mentales, mintiéndonos en lugar de decirnos la verdad, que es muy simple: la homeopatía es un timo.
Quizás hubo inteligencia y honradez en algún momento, pero los individuos que las portaban fueron disueltos más y más hasta que que ya tenemos una casta política homeopática, en la que sólo se conserva la memoria de ellos en los que quedan. Obligaría a estos dirigentes nuestros a ser curados de cualquier enfermedad (especialmente las graves) solamente por el método de imposición de manos, que también es alternativo y está de moda. Así hasta nos ahorraríamos el agua, y con un poco de suerte el político de turno, con perdón.
Más les valdría a nuestros políticos introducir en el sistema educativo más conocimiento, más cultura y más pensamiento crítico, más ciencia, más Matemáticas, más saber leer y escribir, menos “coleguismo” y menos psicopedagogos. Pero lo malo de hacer pensar a las masas por sí mismas es que éstas se pueden dar cuenta de la clase de impresentables que les gobiernan y que no sea tan fácil engañarnos como hacen todo el tiempo, cada día, a cada hora, a cada minuto, a cada segundo.
El emperador está desnudo, riámonos de él y destronémoslo.

Fuentes y referencias:
Artículo en el País. [1]

Este artículo forma parte de la iniciativa La ciencia española no necesita tijeras [2].

Blogs donde se habla de los recortes en ciencia en España:
Ciencia española 2020 (o La ciencia en España no necesita tijeras). [3]


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