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Sobre la investigación espacial

Por Juan Antonio Bernedo

El 25 de agosto moría Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna. Su fama era la de un gran héroe, pero él rechazó siempre esa imagen de gran personaje diciendo que sólo había hecho el trabajo que le correspondía. Hay otra frase suya que muestra su carácter y nos ayuda a situarnos en nuestra justa medida: Al regresar del espacio, dijo que cuando estaba en la Luna se dio cuenta de repente que podía “tapar el planeta Tierra con el pulgar de la mano”. «¿Eso le hizo sentirse grande?», le preguntaron. «No», respondió, «hizo que me sintiera muy, muy pequeño».
Su compañero de módulo, Buzz Aldrin, fue segundo en pisar la Luna , cuyo paisaje describió como “magníficamente desolado”. En cierta ocasión hizo unas declaraciones polémicas pero certeras: “Si llegamos a la Luna no fue para estudiarla ni recoger muestras de su suelo, sino para aventajar a los rusos en la carrera espacial. Todo lo demás quedó en segundo plano…”
En la misma línea, recientemente se han desclasificado grabaciones secretas del presidente estadounidense de la época, J. F. Kennedy sobre la carrera especial, en que venía a decir que no le importaba lo del primer paso en la Luna en sí, sino más bien llegar primero.
Unas semanas antes de la muerte de Armstrong, tuve ocasión de responder a una entrevista sobre Marte con motivo de la noticia reciente de la llegada del “rover” Curiosity a la superficie del planeta rojo. Me preguntaba una periodista “¿cuándo irá el hombre a Marte?” (la prensa interpreta que al público le interesa sobre todo el lado humano de la exploración).
Al responder, después de razonar sobre las dificultades y lo costoso de la empresa, yo aventuraba un pronóstico: “Si China u otro país anuncia que enviará astronautas a Marte, enseguida se organizará otra carrera espacial como la que culminó con la llegada a la Luna ”.
Y así ocurre; a veces las necesidades políticas se anteponen a las científicas y son los políticos los que deciden. Pero si se diera otra carrera de este tipo, sería otro desperdicio de medios y tiempo esa competencia desaforada, inútil y sin sentido.
Quizá convenga recordar aquí que existe un tratado de la ONU sobre “Utilización y exploración del espacio exterior incluyendo la Luna y otros cuerpos celestes”, por el que además de prohibirse cualquier utilización militar o armamentística, declara que toda exploración y uso del espacio han de hacerse en beneficio de toda la Humanidad [1].
¿No sería ya hora de olvidarse del término “conquista del espacio” que parece implicar una toma de posesión, una apropiación de algo que no nos pertenece, y utilizar más bien el de “exploración espacial” que es lo que realmente deberíamos hacer?
¿No sería ya hora de abandonar los nacionalismos competitivos y empezar a colaborar, diluyendo un poco esa territorialidad, evitando personalismos, olvidando nuestras banderas y adoptando una única para toda la Humanidad ?
¿No sería ya hora de comprometer seriamente a todos los pueblos de este pequeño planeta que “se puede tapar con el pulgar de la mano”, aunando los recursos y planificando conjuntamente la exploración para compartir esfuerzos y gastos haciendo que merezcan la pena, no sólo los resultados científicos obtenidos, sino el propio modo de hacer la exploración espacial, y ya puestos, la investigación científica en general?