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No podemos escapar, tenemos que solucionar

Parece ser que todo lo que dice Stephen Hawking tiene algún eco en los medios de comunicación. Hace unos días Hawking declaró desde el sitio web Big Think que si la raza humana quiere sobrevivir debe colonizar el espacio, pues al estar sometida a muchas amenazas lo ideal es no poner todos los huevos en la misma cesta.
Según el científico británico la única manera de que la raza humana se perpetúe es que nos dispersemos por el espacio. Según él, la humanidad ha entrado en un periodo de gran peligrosidad que empezó con la guerra fría, uno de cuyos máximos exponentes fue la crisis de los misiles cubanos del 62. También menciona nuestra manía de reproducirnos hasta agotar la mayor cantidad de recursos de este planeta, así como nuestra capacidad de cambiar el medio ambiente.
Según él la mejor manera de evitar la extinción es viajar fuera de la Tierra.
Aunque Hawking está acertado en el diagnóstico, falla en los plazos y en las soluciones. La humanidad desaparecerá mucho antes de 200 años pronosticados por Hawking si no cambiamos nuestro comportamiento.
Para 2050 el mundo tal y como lo conocemos habrá ya desaparecido y nuestros hijos heredarán una Tierra moribunda y pobre. En un escenario superpoblado en el que los recursos son escasos es fácil imaginar los conflictos armados.
A este paso para 2050 estaremos consumiendo más de dos veces los recursos que la Tierra puede proporcionar de manera sostenible. Los insostenibles, como los minerales o el petróleo, simplemente se habrán acabado o estarán en las últimas. Para esa fecha estaremos explotando toda la tierra de cultivo posible que además agotaremos más allá de su renovación.
Por entonces las selvas habrán desparecido y los arrecifes de coral también. Las dos cimas de la biodiversidad terrestres serán ya historia.
El cambio climático empezará a notarse con sus problemas asociados de sequías y desastres naturales.
Habrá hambre y pobreza, se producirán oleadas migratorias y la gente morirá. Es el caldo de cultivo ideal para el conflicto armado. Problemas como el de Cachemira, Oriente medio y similares pueden degenerar hasta un conflicto regional total, incluso a nivel nuclear. El fanatismo religioso no será de ayuda (recordemos que en la guerra fría el oponente era un régimen ateo) y una tecnología como la nuclear no se puede mantener “en secreto” durante tanto tiempo. Incluso un intercambio nuclear a escala regional tendrían consecuencias apocalípticas a escala global, con cambio del clima incluido. Esto colapsaría la producción agrícola con la consecuente falta de alimentos.
Hay que recordar que la tecnología no podrá solucionar todos los problemas que estamos creando, porque algunos límites son naturales e inamovibles.

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Esto ya ha pasado a otra escala en otros momentos de la Historia. Los habitantes de la isla de Pascua, los mayas o los habitantes del cañón del Chaco agotaron todos los recursos ecológicos de sus territorios y colapsaron. El caso de Pascua (o Rapa Nui) es el más paradigmático, pues la isla simboliza la soledad del planeta Tierra en la bastedad del espacio.
Quizás los habitantes de la isla de Pascua podrían haber escapado a otro lugar si no hubieran talado todos los árboles de la isla, árboles con los que podrían haber construido embarcaciones. La raza humana actual, a diferencia de ellos y de lo que opina Hawking, no puede abandonar la Tierra.
Normalmente se aportan dos soluciones a la hora de emigrar fuera de la Tierra. La primera consistiría en terraformar Marte y la segunda viajar a otros planetas fuera del Sistema Solar.
Empecemos por el primero. Marte es un sitio hostil, frío, seco, a una presión atmosférica que aquí llamamos vacío y bañado por la radiación en donde nos sería imposible vivir de manera sostenible. Aunque es el mejor sitio en nuestro sistema solar para terraformar, para poder vivir en él tendríamos que calentarlo, presumiblemente gracias al efecto invernadero. Además tendríamos que proporcionar una atmósfera con alta presión y presencia de oxígeno. También se podría desviar cometas para así tener más agua si la del subsuelo congelado no es suficiente. Así como esperar a que se formara ozono que nos protegiera del los rayos ultravioletas y rezar para que la densa atmósfera parase otros tipos de radiaciones basados en partículas cargadas del viento solar en ausencia de campo magnético.
Todo ello es posible a un coste astronómico y en un plazo de unos siglos. Es decir mucho más tarde de lo que necesitaríamos.
El vuelo interestelar es, de momento, tecnológicamente imposible. En el caso de que lo sea no está claro cómo evitar que cualquier tipo de vida conocida no sobreviva a él, principalmente debido a la radiación y a los plazos de tiempo necesarios. Cualquier estrella está muy lejos para que podamos emigrar allí o explorar sus planetas.
La Tierra es única y nosotros, después de una historia evolutiva de miles de millones de años estamos adaptados para vivir en ella. Cualquier otro planeta con vida nos sería hostil. Si hay planetas con vida su vida será incompatible con la nuestra. La Tierra es nuestra única y posible casa en el Cosmos. Ningún otro planeta será mejor que la Tierra para nosotros, incluso aunque pudiéramos ir a esos otros e hipotéticos mundos.
Es mucho más sencillo cuidar nuestro planeta que encontrar un recambio al que ir.
Al ser humano le gusta explorar y debe hacerlo. Exploraremos de un modo u otro el Cosmos e incluso intentaremos crear otra Tierra en Marte. Pero no podremos hacer esto si antes no solucionamos los problemas que hemos creado aquí y que amenazan nuestra supervivencia. El mayor enemigo del ser humano es el ser humano.

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Fuentes y referencias:
“Entrevista” en Big Think. [2]
Foto: Zero Gravity Corp.